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SENDERISMO

De la montaña.

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PLAYAS

Del mar.

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CASTILLOS

De la piedra.

28/6/18

Castillo del Buen Amor


El Castillo de Villanueva de Cañedo se remonta al siglo XI, construido para salvar la retaguardia de la reconquista. La carencia de orografía defensiva precipitó la construcción del gigantesco foso que rodea el castillo. 


En el siglo XV fue posesión de los Reyes Católicos, que lo usan como avituallamiento de sus tropas antes de la toma de Toro.

En 1478 Alonso de Fonseca y Quijada, obispo de Ávila, lo adquiere y transforma la fortaleza en un palacio señorial lleno de detalles únicos. Y allí lleva a vivir a su amante, Doña Teresa de las Cuevas, alejados de las habladurías de las villas cercanas. 

Desde entonces la leyenda popular denomina al castillo como del Buen Amor, en honor a los sentimientos del obispo por su amada. 





 


Tras el fallecimiento de Don Alonso y Doña Teresa, el castillo se queda deshabitado. Pronto comienza a ser usado como almacén agrícola. 

Esta función le será dada durante varios cientos de años, y su abandono arquitectónico provoca que las torres se desmochen y la pérdida completa de las murallas defensivas, cuyas piedran utilizan los aldeanos de alrededor para construir sus casas. 

El interior se conserva en mejor estado, salvo los artesonados del piso superior, que se perdieron en un incendio en 1903.













En estado de abandono avanzado, lo adquiere la familia Fernández de Trocóniz, realizando una costosa restauración que le devuelve al castillo su antiguo esplendor.


Con una lograda decoración medieval con leves y cálidos toques mozárabes que te invitan a habitar cada rincón, te animan a la conversación tranquila, o simplemente te empujan a la serena comtemplación. 

¿Escuchas los pájaros?


Eso es porque pardales, gorriones, y golondrinas anidan abundantemente en pequeños huecos horadados en sus torreones, por lo que el trino de estas aves te acompañará en tus paseos por el castillo. 

¿Nos sentamos a recrearnos?






Nos cuentan que las labores de mantenimiento del castillo y sus alrededores resultan ser demasiado costosas para un uso privado, por lo que con la concesión de una ayuda de Desarrollo Rural, la familia se endeuda (al parecer con una abultada hipoteca) para convertir el castillo en un alojamiento con encanto. 

Las obras se hicieron respetando al máximo la autenticidad de la construcción, con cuidados detalles y exquisito gusto, para así poder brindar una experiencia única y auténtica al viajero. 

Aseguran que el abrir como posada no solo les permite mantener el castillo en perfectas condiciones, sino tener la certeza de que en el futuro las generaciones venideras también puedan disfrutar de los susurros y secretos que se esconden entre sus muros.




Pues sí. Van a sacar la princesa que llevas dentro, o el rey en ciernes que escondes. Ya en recepción te reciben con una sangría fresquísima que me sorprendió por su intenso sabor (decir que estaba buenísima se quedaría corto), para hacerte el check in más ameno, detalle que me llegó al alma.


Cualquier capricho que se te ocurra puedes encontrarlo mágicamente en la habitación, y te van a malcriar a base de bien.

Dulces caseros de la zona te esperan en la cama, junto a esculturas de ángeles con pan de oro escondidos en hornacinas, todo acompañado de un mobiliario estilo medieval con auténticas antigüedades, de las que podrás disfrutar de verdad, no solo mirar.

Todo muy espacioso (podría vivir en el baño), cálido, acogedor, tranquilo, y lo mejor, con unos muros gruesos que proporcionan una intimidad que la mayoría de alojamientos carece.




Rodeados de un inmenso viñedo, plantado en 2012 para elaborar vinos de calidad monovarietales que se pueden adquirir o degustar en el propio castillo, encontramos un extenso jardín en el que alejarse de todo y disfrutar de la naturaleza. 


Aseguran que las labores de mantenimiento son contínuas, por lo que este hecho da trabajo a una gran cantidad de gente de la zona.



Enlace de interés: Castillo del Buen Amor