Al ascender por las empinadas curvas camino del Santuario uno se la
encuentra ahí, de repente, en un lugar escarpado, como sacada de un
cuento de Alan Poe bajo la niebla. Muy cerca de la Santa Cueva está La
Basílica de Covadonga.
Construida entre los años 1877-1901, es
un monumento de estilo neorrománico construido íntegramente con caliza
rosa de las inmediaciones, que le dan ese color tan característico.
En el pórtico de entrada se encuentran dos bustos correspondientes a
los obispos de la Sede Ovetense bajo cuyo mandato pastoral se iniciaron y
finalizaron las obras.
El interior destaca por su simplicidad.
Únicamente la zona de la cabecera contiene algún elemento decorativo de
interés. El altar mayor está presidido por una imagen sentada de la
Virgen con el Niño, obra del escultor catalán Samsó.
También
reseñable que en esta zona se encuentran dos grandes lienzos de la mano
de los pintores Madrazo y Carducho alusivos a la Batalla de Covadonga y
la proclamación de Pelayo como Rey.
Date una vuelta en derredor. Podrás ver, entre otras cosas, la famosa escultura del Rey Pelayo, aunque he de avisar que es punto de referencia para hacerse la consabida foto, y aún en temporada baja te costará un pelín verla en solitario.
Y no dejes pasar la oportunidad de ver la espectacular campana, conocida como “La
Campanona”, que mide tres metros de altura y pesa nada más y nada menos
que cuatro toneladas.
Enlace de interés: Basílica de Covadonga